LA POBREZA EN LA EDAD MEDIA Y RENACIMIENTO
Tenemos que remontarnos a la Europa de la Edad Media y del Renacimiento para averiguar de dónde viene el origen de este mito. En aquella época el pan se hacía normalmente con centeno, aunque era más oscuro y amargo, era más barato que el trigo. Y el centeno, como cualquier otra planta cereal, puede albergar hongos. Estos hongos pueden tener varias etapas de infección dependiendo de la dosis. Si la dosis es alta, puede ser letal. Si la dosis es más pequeña, puede causar alucinaciones.
Estos hongos (que producen la enfermedad del ergotismo) fueron calificados como “fuego del infierno“, donde el cornezuelo es lo que contamina el centeno.
Al ser habitual comer pan con hongos, partimos de la base de un alucinógeno “natural” pero muy poderoso, que provocaba que en el siglo XVII fuese muy normal encontrar a personas en la calle bailando sin ton ni son, diciendo cosas sin sentido e incluso expulsando espuma blanca por la boca, hasta que caían rendidos de agotamiento. Todos estos síntomas, que antiguamente se atribuían a la brujería, no eran sino los efectos secundarios del pan con hongos.
Estos primeros alucinógenos no industriales servirían para los químicos de finales del siglo XIX y principios del XX para comprender los efectos psicodélicos del LSD mientras estudiaban el cornezuelo de centeno. Pero volvamos al Renacimiento.
No fueron pocas las personas que se dedicaron a la investigación de los efectos alucinógenos del cornezuelo de centeno, experimentando también con otras plantas tóxicas como la belladona, la mandrágora o el estramonio.
En el siglo XVI, el médico de la corte española Andrés de Laguna afirmó haber tomado una olla llena de un cierto ungüento verde compuesto de hierbas como la cicuta, el beleño o flor de la muerte o la mandrágora, que se encontraba en la casa de una pareja acusada de brujería.
Pero, por ahora solo tenemos la conexión entre las brujas y las mezclas de plantas alucinógenas.
¿DÓNDE ENCAJAN LAS ESCOBAS EN ESTA ECUACIÓN?
Para lograr estas deseadas alucinaciones no se podía tomar o ingerir el alucinógeno directamente, pues causaba vómitos, diarreas, náuseas e incluso irritación de la piel. Tenían que encontrar un método más sutil de ingestión para evitar estos efectos secundarios. Para ello, tras una serie de pruebas, dieron con que la absorción a través de la piel era la forma más adecuada de tomar esta droga; las áreas más receptivas del cuerpo eran las axilas y las membranas mucosas de los genitales.
Así que ni cortos ni perezosos comienzan la elaboración de ungüentos o pomadas cargadas de estas drogas y su forma de distribución fue la mar de original. Las brujas comienzan a untar las pomadas alucinógenas en el mango de la escoba para luego ponerlo en contacto con sus partes íntimas (recordemos que la ropa interior como la conocemos actualmente no comenzó a usarse hasta el siglo XIX y el modelo de dos piezas femenino hasta el siglo XX). Este rozamiento directo aumentaba el efecto alucinógeno y por eso se decía que la mente volaba.
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Las brujas usaban las escobas para “volar”
De esta búsqueda de las visiones viene la imagen de una bruja montada encima de una escoba, porque aquí el término “volar” tiene más que ver con el efecto de las drogas y la sensación embriagadora de sentirse ligero, de no sentir el propio cuerpo, que con la literalidad de la palabra.
Pero, ¿esto explica realmente la conexión con las brujas que vuelan en escobas?
Por supuesto, aunque existen más conexiones. Las escobas también tienen que ver con los ritos paganos. La escoba era utilizada como una herramienta que equilibraba ambas energías del ser humano: las energías masculinas (el mango o palo fálico) y las femeninas (las cerdas o fibras de la escoba). Y no en vano, también era utilizada simbólicamente en las ceremonias de matrimonio.
Leer más: ¿Por qué las brujas vuelan en escoba? | LaFlecha http://laflecha.net/por-que-las-brujas-vuelan-en-escoba/#mql6YlPCEQ1jah8X
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