Los términos "izquierda" y "derecha" nacieron en la Revolución Francesa (1789) para distinguir a los revolucionarios (izquierda) de los conservadores (derecha) en la Asamblea Nacional. Hoy, sin embargo, han perdido su significado político original y se han convertido en marcadores de identidad tribal en redes sociales, manipulados por élites tecnológicas, mediáticas y corporativas.
Se han banalización las etiquetas políticas, reduciéndolas a un intercambio de frasecitas matonas con muy poco contenido: woke, SJW, comunistas, fachas, negacionistas, boomers, chairo, fifí, progre, fascista. Las discusiones ya no son sobre as teorías políticas y económicas del socialismo vs. capitalismo, tema demasiado elaborado por las masas, sino sobre talking points repetidos ad nauseum por influencers que carecen del bagaje ideológico o cultural para entender lo que están diciendo.
Fin de la historia
La política se ha convertido en una guerra de memes baladís que funcionan como armas identitarias en una batalla de egos digitales. La caída del Muro de Berlín (1989) y un zeitgeist articulado en el "Fin de la historia" de Fukuyama llevaron a muchos a creer que el capitalismo liberal era la única opción lógica para una sociedad funcional moderna.
La tesis del "Fin de la historia" fue propuesta por el politólogo Francis Fukuyama en su ensayo ¿El fin de la historia? (1989) y luego desarrollada en su libro El fin de la historia y el último hombre (1992). Surgió en el momento clave de la caída del Muro de Berlín (1989) que marco el colapso de la URSS (1991): El socialismo real parecía derrotado. La democracia liberal y el libre mercado se presentaban como únicos modelos viables. Occidente celebraba su victoria ideológica, creyendo que las grandes batallas ideológicas habían terminado.
Fukuyama se basó en Hegel, que veía la historia como un proceso dialéctico hacia la libertad, y en Alexandre Kojève, que interpretó a Hegel sugiriendo que la historia "terminaría" con el Estado universal homogéneo. Fukuyama argumentó que:
- La democracia liberal es el punto final de la evolución ideológica: Tras siglos de lucha entre sistemas (monarquías, fascismo, comunismo), no habría alternativas superiores.
- El capitalismo global es irreversible: El mercado libre se impondría en todo el mundo, incluso en regímenes autoritarios como China.
- El "último hombre": La sociedad poshistórica sería estable pero aburrida, dominada por el consumismo y la falta de grandes ideales heroicos (inspirado en Nietzsche).
"Lo que estamos presenciando no es solo el fin de la Guerra Fría, sino el fin de la historia como tal: el punto final de la evolución ideológica de la humanidad".
Marxistas como Perry Anderson señalaron que el capitalismo seguía generando crisis, desigualdad, y guerras. Noam Chomsky lo llamó "propaganda neoliberal" que ignoraba la explotación global. Samuel Huntington (El choque de civilizaciones) argumentó que los conflictos futuros serían culturales, no ideológicos. Mearsheimer destacó que la competencia geopolítica continuaría. En su libro Identidad (2018), Fukuyama admitió que el nacionalismo y la religión seguían siendo fuerzas disruptivas.
La tesis de Fukuyama fue útil para entender los 90, pero el siglo XXI ha demostrado que nuevos conflictos (climáticos, tecnológicos, migratorios) desafían el orden liberal. La crisis ecológica y social del capitalismo lo expone como un sistema inherentemente inestable. El auge de extremismos sugiere el "último hombre" está enojado y la falta de ideales grandiosos genera monstruos. Como dijo Slavoj Žižek
"Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo"
La guerra cultural
Sin proyectos alternativos serios, la política se redujo a gestión técnica (neoliberalismo) y luego a guerras culturales (luchas identitarias sin trasfondo económico). Los nuevos "intelectuales" son youtubers y tuiteros que simplifican debates complejos en frasecitas matonas sin argumentos, solo vibes.
Plataformas como Twitter (X), Facebook y TikTok premian la polarización: Un hilo llamando "fascista" a alguien genera más clicks que un análisis serio sobre el poder corporativo. Los talking points se repiten no por su veracidad, sino por su potencial viral. "Comunista" significa "cualquier persona que pida salud pública"; "Fascista" cualquiera que critique a un gobierno progresista; "Neoliberal" es un insulto genérico para todo lo que suene a mercado.
La gente pelea por "pronombres inclusivos" mientras qué el 1% tiene más riqueza que el 50% más pobre y la política se vuelve un reality show. Mientras los obreros discuten si "el wokeismo destruye Occidente", sus salarios se estancan y sus derechos laborales desaparecen.
"Cuando las palabras pierden su significado, la gente pierde su libertad."
Figuras como Javier Milei o Trump hablan de "libertad" mientras gobiernan para las élites financieras. CNN, Fox, The New York Times, etc. convierten la política en un espectáculo de buenos vs. malos. Si apoyas a Palestina eres "comunista" o "antisemita". Las empresas venden productos basados en identidad política: camisetas con el Che Guevara, gorras de 'Make America Great Again'. Netflix produce documentales "woke" y también series anti-woke para captar a ambos públicos. Jordan Peterson o Ben Shapiro venden libros y cursos sobre "la decadencia occidental" mientras cobran fortunas por conferencias.
La clase media reaccionaria
La capacidad de las élites económicas y políticas para conseguir que la clase media defienda intereses que, en teoría, no son los suyos es un fenómeno complejo que se explica a través de mecanismos ideológicos, culturales, económicos y psicológicos.
El mito de la meritocracia
Meritocracia es la idea de que cualquiera puede volverse rico con esfuerzo, aunque estadísticamente sea improbable. La narrativa del "emprendedor exitoso" (como Elon Musk o Steve Jobs) oculta que la movilidad social real es baja en el capitalismo neoliberal. La clase media cree que, si defiende a los ricos (bajos impuestos, desregulación), algún día será uno de ellos, y en el pero de los casos la alternativa es un Estado fallido como Cuba o Venezuela.
La idea de que el éxito económico depende únicamente del esfuerzo y el talento individual es un pilar ideológico del capitalismo moderno. Sin embargo, las desigualdades estructurales hacen estadísticamente improbable que un plomero se convierta en millonario, aunque tampoco es imposible.
Un estudio emblemático de Opportunity Insights (dirigido por el economista Raj Chetty en Harvard) reveló que el código postal (zip code) donde nace una persona en Estados Unidos es uno de los predictores más fuertes de su éxito económico futuro, incluso más que el coeficiente intelectual (IQ) o el esfuerzo individual. Se rastreó a 20 millones de estadounidenses nacidos entre 1978 y 1983, analizando sus ingresos, educación y movilidad social: Un niño nacido en el top 10% de códigos postales (ej.: Beverly Hills, 90210) tiene 14 veces más probabilidades de llegar a la universidad y ganar más de $100k/año que uno nacido en el 10% más pobre (ej.: zonas rurales de Mississippi).
La movilidad social varía dramáticamente entre ciudades: San José (CA) 12.9% de probabilidad de ascender de pobreza a riqueza; Charlotte (NC) solo 4.4%. Las diferencias dependen mas del contexto social que de la habilidad innata de los individuos (presupuesto y calidad de las escuelas, redes sociales y familiares, contactos profesionales, seguridad y salud, nivel de contaminación, exposición a la violencia familiar y social, oportunidades laborales, alimentación, etc.).
Ciudades como San Francisco o Boston tienen salarios 50% más altos que áreas rurales para los mismos trabajos.
Políticas racistas de los años 30-60 negaron hipotecas a negros en zonas blancas, perpetuando segregación. Familias negras y latinas siguen concentradas en códigos postales con menos inversión pública. Nacer en Palo Alto (zip code 94301) casi garantiza acceso a redes de tecnología, mientras que en la Appalachia, zonas rurales de Kentucky (zip code 41804) tienen tasas de pobreza del 30% y esperanza de vida 10 años menor.
En México, aunque no hay un estudio idéntico, datos del CEEY (Centro de Estudios Espinosa Yglesias) muestran que el 48% de los mexicanos permanecen en la misma clase social que sus padres. Un niño nacido en Oaxaca tiene 4 veces menos probabilidades de ir a la universidad que uno en la CDMX.
Algunos argumentan que "la familia y los valores importan más", pero los datos muestran que incluso hijos de familias esforzadas en zonas pobres enfrentan techos de cristal.
El término meritocracia fue acuñado por Michael Young (1958) en The Rise of the Meritocracy, una sátira sobre una sociedad futura donde la élite justifica su poder con pruebas de "inteligencia". Hoy, se usa como dogma neoliberal: "Si eres pobre, es porque no te esfuerzas".
Daniel Markovits (The Meritocracy Trap, 2019) postula que la meritocracia moderna es un sistema de herencia disfrazado: los ricos compran ventajas (educación privada, redes sociales) para sus hijos. En EE.UU., el 1% más rico gasta 5 veces más en educación que el 10% más pobre. Thomas Piketty (El capital en el siglo XXI) afirma que el capital (herencias, propiedades) importa más que el mérito: el 60% de la riqueza en EE.UU. es heredada.
En Estados Unidos un niño nacido en el 10% más pobre tiene solo 4% de probabilidad de llegar al 10% más rico (The Equality of Opportunity Project, Harvard). Estadísticamente, un hombre blanco sin estudios gana más que una mujer negra con maestría (EPI, 2021). Estudiantes de familias ricas (top 1%) tienen 77 veces más probabilidad de entrar a Harvard que los del 20% más pobre (Raj Chetty, 2017). El 70% de los estudiantes en Ivy League provienen del 20% más rico (The New York Times). En EE.UU., la productividad ha crecido 72% desde 1979, pero los salarios solo 17% (EPI).
En México solo 2% de los mexicanos en pobreza extrema logran ascender a clase media (CEEY, 2023). Estadísticamente, el 50% de los ingresos se explican por la familia de nacimiento (Oxfam México). Solo 1 de cada 100 jóvenes indígenas llega a la universidad (INEE). En la UNAM, 60% de los alumnos provienen del 30% más rico (Estudios del IISUE). En México, los salarios reales no han crecido en 30 años (INEGI).
The American Dream
"Socialism never took root in America because the poor see themselves not as an exploited proletariat, but as temporarily embarrassed millionaires."
John Steinbeck en su novela "Travels with Charley: In Search of America" (1962)
("El socialismo nunca echó raíces en Estados Unidos porque los pobres no se ven a sí mismos como un proletariado explotado, sino como millonarios temporalmente avergonzados.")
La idea de que cualquiera puede triunfar con esfuerzo ha sido un pilar ideológico en EE.UU. y, por influencia cultural, en México. Sin embargo, en un mundo globalizado y desigual, este concepto se ha convertido en un espejismo.
John Steinbeck explica por qué las clases medias y bajas a menudo defienden intereses de las élites por aspiraciones. La realidad es que en EE.UU. un niño blanco tiene 3 veces más probabilidades de escalar económicamente que uno negro (Pew Research, 2022). 56% de los estadounidenses cree que "el trabajo duro lleva a la riqueza", pero solo 24% de los adultos han superado el ingreso de sus padres (Brookings Institution, 2021).
Según la encuesta de YouGov (2023) 45% de los trabajadores con salarios menores a $30k/año apoyan recortes de impuestos a los ricos ("porque algún día los pagaré yo"). 51% de los votantes republicanos de clase media creen que "los pobres son flojos", pese a que el 70% de ellos viven al día (Federal Reserve, 2022). El 40% no sabe que el 1% más rico posee el 32% de la riqueza (Federal Reserve, 2022).
En México, solo 2% de los mexicanos en pobreza extrema alcanzan la clase media (CEEY, 2023). El 48% de los mexicanos permanece en la misma clase social que sus padres (Oxfam México, 2022), pero el 62% de los mexicanos cree que "los ricos son ricos porque trabajan más" (ENCRyM, 2021), pese a que el 60% de la riqueza en México es heredada (Credit Suisse, 2023). Según ENADIS (2022) 58% de los mexicanos de clase baja aprueba que "los empresarios ganen mucho" (vs. 32% que pide impuestos progresivos). En zonas rurales, 65% cree que "los pobres son pobres por falta de esfuerzo" (vs. 45% en urbes).
Películas como "El lobo de Wall Street" o influencers como Elon Musk venden la idea de que "cualquiera puede ser rico". Telenovelas como "La Usurpadora" refuerzan el mito del "pobre que se hace millonario de chiripa". En México, solo 32% de los adultos entiende conceptos como "desigualdad" o "herencia de riqueza" (ENIF, 2021).
Reagan/Thatcher en los 80s y Salinas en México promovieron la idea de que "el Estado es el enemigo" y los ricos son "generadores de empleo". El sueño americano es un mito útil para las élites: Mantiene a las masas trabajando sin cuestionar el sistema. La clase media apoya recortes de impuestos a los ricos porque cree que, en el futuro, también los necesitará.
Sesgo cognitivo
Los que triunfan suelen creer que fue solo por mérito ("Error de atribución fundamental").
"La meritocracia es como una carrera donde algunos corren en zapatillas Nike y otros descalzos... pero todos creen que es justa."
Richard Reeves (Dream Hoarders).
Las elites políticas y económicas a través del control de medios convierte el conflicto de "ricos vs. pobres" en una búsqueda xenofóbica de culpables: Inmigrantes, "Comunistas", Minorías raciales o sexuales, "Parásitos sociales" (beneficiarios de ayudas públicas), burócratas, políticos corruptos (siempre los del otro equipo).
De acuerdo a la Teoría de Gramsci, la hegemonía cultural hace que las ideas de la élite (ej.: "los impuestos son robo") sean aceptadas como sentido común. Se presenta el bienestar social como "ayudas a vagos" en lugar de derechos. Los Think tanks neoliberales (Heritage Foundation, Cato Institute), siguiendo el modelo desarrollado por la industria del tabaco, producen estudios que: Justifican la desigualdad ("los ricos crean empleo"), y desacreditan alternativas ("el socialismo siempre fracasa").
Libros de texto y universidades promueven el libre mercado como única opción "racional". La clase media es aspiracionalmente rica, pero teme más caer en la pobreza. Las elites explotan ese miedo con la narrativa de que los impuestos a los ricos "golpearán a la clase media después" y potencian un gobierno autoritarito y "comunista". Que las regulaciones laborales "ahuyentan inversiones y destruyen empleos".
El capitalismo neoliberal ha mercantilizado la identidad: La clase media ya no se define por su relación con el trabajo (como en el marxismo), sino por lo que consume. Los partidos progresistas abandonaron la lucha de clases por un liberalismo "light" (ej.: tercera vía de Blair/Clinton). En EE.UU. la clase media vota por Trump pese a que sus políticas fiscales benefician a los ultra ricos.
El resultado es un suicidio de clase: la clase media vota contra su bienestar material, creyendo que defiende su identidad. Mientras tanto, el circo sigue.