domingo, 8 de diciembre de 2013

Se puede ganar en cualquier circunstancia.

Una de las paradojas de la práctica de Aikido (合気道) es que enseña que se puede ganar en cualquier circunstancia.

Se puede usar un palo () para controlar a una persona desarmada, pero una persona desarmada puede controlar a uno con un palo. Una persona puede controlar a 10. Esto último es extremadamente paradójico, porque esos 10 no son necesariamente una turba desordenada, sino bien pueden ser peladores competentes y coordinados. ¿Cuál es entonces la esencia de ganar?

En combate hay un elemento aleatorio importante y las ventajas tácticas tienen también su peso. Es mucho más probable que un grupo de sicarios armados con rifles de asalto AK y el elemento de sorpresa asesinen a una victima desarmada a que esta los despache estilo Steven Segal. Este ejemplo cotidiano nos permite explorar la cuestión. El momento de la emboscada en el crucero ya es demasiado tarde. El encuentro lo perdió la victima mucho antes.

Factores que determinan el resultado incluyen, antes que nada el estado de conciencia. Idealmente nuestra capacidad de percibir la realidad debe trascender procesos conscientes lineales, de tal manera que podamos intuir un resultado. Decía Ueshiba que durante su estancia en China podía percibir líneas de luz que marcaban trayectorias de balas. ¿Alucinaciones post-traumáticas? ¿Hipersensibilidad?

Otro elemento es la intención y las leyes del karma. Como dice la Biblia: El que a hierro mata, a hierro muere.

En todo el mundo animal, la criatura que defiende su espacio vital tiene un elemento de ventaja sobre cualquier agresor. Hay experimentos con peces agresivos que modifican su comportamiento, dependiendo si se sienten en su territorio o fuera de él. Mucho del entrenamiento militar esta dirigido a compensar esta realidad mediante los elementos de sorpresa y momento. Si el agresor despacha a su victima en el primer ataque sin perder la iniciativa, el costo para el agresor en términos de esfuerzo y daño recibido se minimizan. Pero si el atacado alcanza a recuperarse y se percibe en el derecho y necesidad de defender su posición, el costo para el atacante aumenta significativamente. Nuevamente el estado de conciencia y el estar en armonía con el entorno son factores clave.

Otro elemento es la fuerza del amor. El no absorber la furia y encono del atacante, sino re dirigirla con la intención de mostrarle que inevitablemente, la intención de destruir repercutirá en autodestrucción, independientemente de las incidencias del combate, porque todo y todos somos uno. Lastimar es lastimarse. Matar es suicidio.

Este último punto es problemático porque solo las criaturas más simples, pueden vivir sin la muerte. Hasta los árboles dependen de procesos de descomposición orgánica para sus nutrientes. El problema esta en la violencia y la intención.

Resumiendo, para ganar se necesita no pelear. No pelear no significa pasividad, sino al contrario, integración activa con el entorno y la percepción de las intenciones y necesidades de los otros, ante lo cual debemos actuar con amor de manera pro activa.

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