domingo, 13 de octubre de 2013

¿Cómo es que practicar a matar lleva a la paz?

Antes de entrar en materia voy a divagar un poco para establecer el tono de lo que quiero trasmitir contando una historia vulgar y ancestral, tal vez milenaria.

En tiempo y circunstancia de escasez y frugalidad se casaron una viuda y un viudo, cada uno cargando sus hijos de la unión anterior. La mujer considero en su corazón que su deber de madre era dar prioridad a sus hijos sanguíneos sobre los políticos. Siendo escasa la comida, la mujer cocinaba todo en abundante agua, que no faltaba, y le daba a sus vástagos la masa y los otros el vil caldo. El resultado de este ejercicio es que, como lo nutrientes estaban disueltos en el agua, los que en realidad se llevaban la mejor parte eran los otros y no los estos. Como todo cuento popular este tiene muchas aristas pero aquí me interesa una: Nuestras fallas de percepción de la realidad a veces nos hacen despreciar lo esencial por lo superfluo. Una vez escuche a un cinta negra en Karate con 20 años de practica comparar superficialmente en base a videos a Ueshiba con algún instructor del catalogo de Panther Productions. En un sentido estricto en Aikido no hay ni posturas ni técnicas, pero si tomamos esa visión extrema es difícil estructurar una práctica y una curricula de desarrollo personal.

Para aquellos cuya actividad, oficio, circunstancia, u ocupación requiere de matar, noquear, fractura, luxar, o controlar, su capacidad y método de pelea son herramientas de oficio. El guerrero debe poseer virtudes o características apropiadas a su rol como coraje, astucia, y sangre fría. En muchas culturas, existen ritos de iniciación que fomentan y prueban estas cualidades y son requisito indispensable para una aceptación plena en la jerarquía social. Sin embargo, el estudio y práctica de técnicas de pelea no tienen una calidad mágica de creación de virtud o valor. Independientemente del rigor de un entrenamiento, el momento de la verdad, donde se puede conocer con certeza la capacidad de combate de un individuo, es la batalla misma.


En la practica moderna de Aikido, especialmente en los dojos donde se practica fuera de un contexto policiaco o militar, lo realmente valioso de la practica no son las técnicas en si, pero es difícil precisar cual es la esencia del entrenamiento. Es cierto que cada uno y cada cual debe seguir su camino, pero eso no debe ser excusa para transgiverzar o trivializar el camino. Ver el Aikido como un catalogo de técnicas suavezonas para controlar borrachos es un visión muy limitada y desafocada del legado de un gran hombre.

Ueshiba insistio mucho en que el Aikido debe preservar la esencia del Budo y no ser practicado como un deporte. No porque el deporte sea malo, o inclusive inferior, sino porque son caminos que van a lugares distintos. El deporte es competencia. El Aikido es unión. El deporte es ganar y prevalecer. Budo es aceptar el bien morir.

La practica moderna de Aikido en muchos dojos, no es ni deporte, ni Budo.

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